La hégira del Profeta Muhammad
Nuestro Profeta Muhammad fue distinguido por Al-lâh con su estatus de Mensajero, y Al-lâh le ordenó transmitir y advertir. El Profeta llamó a la gente a la religión del Islâm, la religión de todos los profetas (que Al-lâh los honre más), la religión de la creencia en la unicidad de Dios. Nuestro muy amado Profeta, El Elegido, soportó, en el camino de la llamada al Islâm, muchos perjuicios y muchas dificultades. Llamó a la gente abiertamente, hablaba a la gente en ocasiones en las que se reunía, le decía lo que significa: “Gente, quien diga que no hay dios sino Al-lâh, triunfará.”
Llamó a su pueblo con paciencia y perseverancia a pesar de sus perjuicios. Le lanzaron piedras, fue paciente y no abandonó la llamada a la religión aceptada por Al-lâh. Le ofrecieron la fortuna y el poder y aún así, no abandonó la llamada a la religión aceptada por Al-lâh. Lo amenazaron de muerte pero no abandonó la llamada a la religión aceptada por Al-lâh.
Los asociadores le dijeron a Abû Talib: “Oh Abû Talib, ¿Qué quiere tu sobrino? Si quiere un rango elevado, se lo daremos y no haremos nada sin consultarle; si quiere dinero, haremos una colecta para él, para que sea el más rico de entre nosotros; si desea la soberanía, lo elegiremos como rey.
Pero el Mensajero de Al-lâh, les dió su respuesta bien conocida que significa: “Por Al-lâh, ô mi tío, si pusieran el sol a mi derecha y la luna a mi izquierda, no abandonaré esta orden hasta que Al-lâh le conceda la victoria o que me muera cumpliéndola.”
Fue entonces cuando los asociadores tramaron asesinarlo. Designaron de cada clan a un hombre joven, fuerte y valiente para matarlo todos al mismo tiempo, como un solo hombre, de modo que todos los clanes hayan contribuido a esto.
Pero Ŷibril, ^alayhi s-salam, vino a informarle de la artimaña de los asociadores, y le ordenó que no pasara la noche en el lugar donde dormía habitualmente. El Mensajero de Al-lâh llamó a ^Aliyy Ibnu Abi Talib (que Al-lâh lo acepte). Le ordenó dormir en su cama y cubrirse con un vestido de color verde, lo que hizo. Y le ordenó restituir los objetos que tenía en depósito a todos los que les habían confiado algo. Después, el Profeta salió confiando en Al-lâh. Los descreídos estaban justo tras su puerta. Recitó los nueve primeros versículos de Surat Yasin cuyo último significa: “Nosotros hemos hecho que haya una barrera delante de ellos y una barrera detrás de ellos y Nosotros hemos garantizado que no puedan ver.”
Al-lâh ha hecho que no pudieran ver a Su profeta. Además, el Profeta diseminó la arena que tenía en la mano sobre sus cabezas, y a consecuencia, no vieron al Profeta salir.
Luego, el Mensajero de Al-lâh elegió a Abû Bakr, su bien querido, conocido como "As-Siddiq" (el Verídico), que Al-lâh lo acepte, para que lo acompañara durante la emigración. Al llegar a la cueva de Thawr, queridos hermanos de fe, el compañero del Mensajero de Al-lâh dijo a su bien querido: “Por quien te ha enviado para anunciar la verdad, no entrarás en la cueva antes de mi entrada, si hay algo dentro me afectará antes que a ti”; entró pero no vió nada. Luego entraron en la cueva. Se relató que había una grieta y que Abû Bakr temía que un animal nocivo saliera y que hiciera daño al Mensajero de Al-lâh, por lo que puso su pie para cubrir la grieta. Se relató que una víbora le golpeó y le mordió el pie al punto que le caían las lágrimas, pero se mantuvo sin retirar el pie. [Relatado en Dala’ilu n-Nubuwwah]
Cuando los hombres de Quraysh llegaron a la cueva, Abû Bakr dijo al Mensajero de Al-lâh: “Si uno de ellos mirara justo al nivel de sus pies, podría vernos.” Pero el Profeta le dijo lo que significa: “Oh Abû Bakr, qué piensas de dos hombres a quienes Al-lâh concede la victoria.” Esto no quiere decir que Al-lâh sería el tercero con ellos en la cueva, ¡no!. Quiere decir más bien que Al-lâh los preserve y les conceda la victoria.
Al-Bayhaqiyy relató en Dala’ilou n-Nubuwwah que Al-lâh ordenó a un árbol, durante la noche del acontecimiento de la cueva, que creciera delante del Profeta para esconderlo. Y Al-lâh ordenó a una araña que tejiera su tela a la entrada de la cueva, y así lo hizo. Al-lâh ordenó también a dos palomas salvajes que se instalaran justo a la entrada de la cueva. Los jóvenes de Quraysh vinieron con sus bastones y espadas. Cuando se acercaron al Profeta, uno de ellos miró hacia la cueva. Cuando vió la tela de la araña a la entrada de la cueva, al igual que a las dos palomas a la entrada, acabó por alcanzar a sus compañeros que le dijeron: ¿Qué te preocupa, no miraste dentro de la cueva?” Dijo: “He visto dos palomas a la entrada de la cueva, y supe que no había nadie dentro.”
Después de que las búsquedas disminuyeran, el Mensajero de Al-lâh continuó su emigración hasta Medina la Iluminada. Llegó sano y salvo un lunes del mes de Rabi^u l-‘Awwal. Encontró a partidarios que le apoyaron, que realizaron esfuerzos y que proveyeron de sus bienes para la difusión de esta llamada al oriente como al occidente. Que Al-lâh los retribuya en bien y que los acepte.
La emigración profética no fue una fuga frente al combate, ni una cobardía frente a la confrontación, y tampoco un abandono para indicar la verdad o reprobar lo falso. Efectivamente, fue una emigración realizada por orden de Al-lâh ta^ala ya que no es posible para los profetas de Al-lâh ta^ala ser cobardes, son los seres más valientes que Al-lâh haya creado.
Así, el Profeta emigró a partir de Mecca tras pasar trece años llamando a la unicidad de Dios y advirtiendo contra el shirk (asociar algo a Al-lâh), enfrentando los peligros y las dificultades, pero siendo paciente, perseverando y confiandose en Al-lâh ^azza wajall.
Por tanto, conviene que aprendamos de él, ^alayhi s-salatu was-salam, así como de su emigración bendita, perseverando en la verdad sin abandonarla, a pesar de los cambios de situación, de lugares o patrias.
https://www.islam.ms/es/?p=13