El isrā'
El viaje nocturno que emprendió desde la Mekka sagrada hasta la mezquita honrada al-‘Aqsa, su ascensión que le condujo hasta los cielos más altos y la descripción precisa que hizo a la gente de Mekka de la mezquita al-‘Aqsa constituyen una prueba categórica y un argumento notable de la veracidad de su llamada y de su estado de Profeta.
El Viaje nocturno del Profeta ocurrió de noche por su alma y su cuerpo y despierto, y eso no es algo difícil para Al-lāh.
El Viaje nocturno del Profeta empezó desde la casa de ‘Ummu Hani’, la hermana de ^Aliyy Ibnu Abi Talib, hasta la mezquita de al-Aqsa en Palestina. En la mezquita al-Haram, nuestro maestro Jibril lo subió al Burāq. El Burāq es uno de los animales del Paraíso; mete sus pezuñas donde pone su mirada. El Profeta subió detrás de Jibril ^alayhi s-salām. Pasó por Medina la iluminada, antes de emigrar allí. Pues bajo de su montura para rezar dos rak^ah. Después, pasó por Madyan, la cuidad del profeta Shu^ayb ^alayhi s-salām. Bajó también para rezar dos rak^ah. Después, pasó por el monte Sinaí, bajó para rezar dos rak^ah. Luego, pasó por Belén, donde nació el profeta ^Isa ^alayhi s-salām, bajó de nuevo para rezar dos rak^ah, hasta llegar por fin a Baytu l-Maqdis, que fue el primer edificio construido en la Tierra para la adoración de Al-lāh ta^ālā, después de la construcción de la Ka^bah Honrada, todo eso en la época de ‘Adam ^alayhi s-salām.
El Profeta amarró al Burāq al anillo en el cual los profetas ataban a sus monturas. Entró en la mezquita y Al-lāh reunió para él a todos los profetas, por honor y glorificación para él. Jibril ^alayhi s-salām lo hizo avanzar hacia adelante para ser imam de la totalidad de los profetas, para indicar su rango ^alayhi s-salatu wa s-salām así como su mérito sobre todos los profetas.
Durante su Viaje nocturno hacia Baytu l-Maqdis, vio ^alayhi s-salatu wa s-salām el bajo mundo a imagen de una mujer vieja, signo de que el bajo mundo se va a acabar, y que sólo queda poco tiempo hasta que acabe.
Vio a personas a quienes sus cabezas eran destruidas, las cuales se volvían después a su estado inicial. El Mensajero de Al-lāh pidió a Jibril quiénes eran esas personas y Jibril ^alayhi s-salām le dijo que eran aquellos cuya cabeza era pesada y no rezaban.
Vio ^alayhi s-salatu wa s-salām un toro que salía de un pasadizo muy bajo y que después intentaba regresar sin poder pasar por ese pasadizo estrecho. Jibril le dijo entonces que se trata de quien dice una palabra corrompida que contiene una molestia y una fitnah para la gente, luego quiere echarse atrás pero no puede.
Y aquí está la historia sorprendente: el Mensajero de Al-lāh había percibido en el camino un olor maravilloso que emanaba de una tumba. Le preguntó a Jibril sobre esta tumba. Le relató la historia de una mujer que peinaba el pelo de la hija de Faraón. El peine se le cayó de la mano, y había dicho: “Bismil-Lah” al recogerlo. Fue entonces cuando la hija de Faraón le había dicho: “¿Así que tienes un Señor, otro dios que mi padre?” La pregunta iba dirigida a esta mujer que peinaba su pelo. La hija de Faraón le dijo: “¿Así que tienes un Señor, otro dios que mi padre?” Y ella había contestado: “Mi Señor y el Señor de tu padre, es Al-lāh”. Entonces la hija se fue a denunciar a su padre a esta mujer y Faraón pidió a esta peluquera que abandonara su religión. La amenazó con matarla así como a sus niños, pero la mujer se negó a abandonar su fe y dejar la verdad. La mujer se había negado a abandonar el Islam y había hecho frente al tirano injusto que era Faraón, armada de una fe firme, de una gran certitud y un corazón fuerte que no temblaba frente a las amenazas y la injusticia de Faraón. El enemigo de Dios, Faraón, se puso furioso. Mandó calentar agua con aceite hasta la ebullición, y a echar allí a sus hijos, uno por uno, ante ella. Llevaba en brazos a un hijo que seguía siendo un niño pequeño. Al-lāh lo hizo hablar, dijo: “Oh madre, ten paciencia. El castigo del más allá es más terrible que el castigo del bajo mundo, no retrocedas, sigue estando en la verdad.” Al-lāh hizo hablar a este niño para fortalecer el corazón de su madre. Oh Al-lāh, haz que nos mantengamos firmes sobre la religión que Tú aceptas. Entonces esta mujer creyente había dicho a Faraón: “Quiero pedirte un favor, es que juntes los huesos y los entierres en un mismo lugar.” Le había contestado: “Te lo concedo.” Luego mandó que la echaran a ella y a su hijo al agua y el aceite hirviendo. Murió mártir así como sus hijos. Y fue de esa tumba que procedió este olor maravilloso que el Profeta olió.
Conviene a todos nosotros, con ocasión de este acontecimiento eminente, que sigamos el ejemplo de esta mujer musulmana honorable que se ha mantenido en la verdad, que no ha vendido su religión por el bajo mundo y que no abandonó su fe a pesar de las dificultades y las pruebas.
Pedimos a Dios que nos permita morir musulmanes, que nos permita mantenernos en la verdad hasta morir, que nos permita permanecer en la creencia del tawhid, la creencia de nuestro amado Profeta, la creencia de que Al-lāh es el Único que merece ser adorado, la creencia de que Dios no se parece a las criaturas en absolutamente nada. Pedimos a Dios mantenernos en la religión del islam.
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